Hoy
quiero compartir una receta simple, que hago frecuentemente, sobre todo cuando
llega fin de mes y mis provisiones merman peligrosamente.
Muchas
veces me encuentro pensando que la comida campesina, la llamada comida “de
pobre” es la más rica por ser, en mi humilde opinión, la más simple y sabrosa,
sin tantos de los firuletes ni pompas que tienen muchos platos modernosos y
caros de hoy en día.
Un
ejemplo clásico de esto es el Strudel. Hoy, visto como un postre caro, era lo
que frecuentemente comían las familias alemanas en la época de la posguerra ya
que se hacía con poco y nada, un par de manzanas, unas pasas de uva, harina y
no mucho más lograban este milagro, como cuenta la hermana Bernarda. Ya voy a
hablar más en detalle de este delicioso postre cuando lo haga pero hoy quiero
detenerme en otra receta, igualmente simple y deliciosa, los knishes de verdura
(o boios, para hablar con propiedad).
La
masa de los knishes está muy emparentada a la del Strudel y los tradicionales
se rellenan con papa y cebolla o, en este caso, cebolla rehogada y espinaca.
No
soy experta en comida judía pero este es un plato que me saca de apuro y me
soluciona el almuerzo, sin llenarme demasiado,
Yo
hago los knishes a ojo. Me van a perdonar pero esta vez no les pongo cantidades
porque, simplemente, ni me molesto en medir nada. Si alguien prefiere que le
“traduzca” la receta en gramos, me lo piden y lo hago sin ningún problema.
Para
la masa ponemos harina común y una pizca de sal en un bol. A esto le agregamos
agua tibia y un chorrito de aceite, lo suficiente como para formar una masa
elástica y suave. Yo amaso primero con tenedor y después con la mano,
estrellando el bollito sobre la mesada. Hay que jugar un poco con la harina, si
la masa queda muy chirle, agregarle un poquito más, por eso no puedo poner
cantidades (¿para qué?). No hace falta mucha harina ya que la masa queda casi
transparente, como pueden ver en la foto. Una vez que se formó el bollito,
envolver en clingfilm y dejar descansar 30 minutos (no hace falta ponerlo en la
heladera).
Para
el relleno rehogamos cebolla picadita hasta que quede transparente. Luego
agregar espinaca picadita (si usan espinaca congelada, hay que exprimirla muy
bien para que quede con la menor cantidad de agua posible). Condimentar a gusto
con sal y pimienta. Reservar y dejar enfriar.
Para
el armado tomamos el bollo de masa y lo estiramos en forma circular. Lo ideal
para esto es tener una mesada muy grande y una cocina amplia. Es una actividad
que quizás tengan que hacer con un par de manos extra.
Primero
se estira un poco con el palo de amasar. Después, vamos estirando las puntas
(siempre en forma circular), hasta que vaya quedando transparente. Si hicieron
Strudel alguna vez, no van a tener ningún problema.
Una
vez que quedó la masa estirada hasta que quede casi transparente, colocamos el
relleno formando un cordón, dejando 2 cm en el borde. Luego, vamos enrollando
la masa sobre el relleno y estirando, enrollando y estirando hasta lograr
varias vueltas. Como la masa es tan pero tan finita, se va a ir cortando sola,
eso queremos. Nos tendría que quedar un gran rollo relleno en forma de anillo.
Y
ahora, lo más importante de todo. Los knishes, siempre pero SIEMPRE se cortan
con el canto de la mano. Para esto, enharinamos el canto de la mano que vamos a
usar para “cortar” los knishes y vamos cortando, más o menos de 5 cm de
espesor. A mí me gusta que queden más bien grandecitos.
La
misma masa tiene que sellar un poco el relleno. Luego “sentamos” los knishes en
una placa aceitada y les hundimos el centro con el dedito, formándoles un
pocito. Los pintamos con aceite y los llevamos a horno caliente hasta que estén
doraditos. בתיאבון
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